La vecina del barrio cordobés que comenzó con las investigaciones luego de notar la gran cantidad de personas con enfermedades, cuenta cómo fue su lucha, la llegada del juicio y la ausencia del Estado
“En 2001 empecé a ver muchos chicos con barbijos, por la leucemia, y muchas mamás con pañuelos en la cabeza, porque habían perdido el pelo por la quimioterapia”, recuerda Sofía Gatica sobre los comienzos de su lucha. Esta semana se desarrollaron los alegatos del juicio por el que espera todo el país, un proceso histórico por el que se juzga a quienes fumigaron cerca de zonas urbanizadas. Sofía asegura que sea cual fuera el desenlace de la causa, nad a les devolverá a los vecinos del barrio Ituzaingó todo lo que perdieron por los químicos.
Gatica, de 45 años, es la primera de las “madres de Ituzaingó”, como se denomina a este grupo de mujeres que viene desarrollando este reclamo a los agricultores. Vivió en el sector durante 23 años, pero asegura que algunas familias hace más de 40 años que habitan en el sector. Después del fallecimiento de su hija recién nacida, por una malformación renal, sintió la necesidad de manifestarse y pedir respuestas.
“Uno no acepta la muerte de un hijo, y busca una explicación del porqué. Realicé un relevamiento de la cantidad de enfermos de la zona”, sostuvo Sofía, que agregó: “Vi que a las mujeres de la cuadra les había pasado lo mismo que a mí, casi todas habíamos perdido un hijo por una malf ormación.
- ¿Qué sucedió con el informe que realizó con los datos del barrio?
- Después de realizar el relevamiento, lo llevé al Ministerio de Salud de la Provincia. Yo trabajé en este proyecto a fines de 2001 y comienzos de 2002, y presenté los resultados. Había ido casa por casa preguntando los datos de cada vecino y si tenían alguna enfermedad. Hice pocas manzanas cerca de mi casa y la mayoría tenía cáncer, alguno de los integrantes estaba con leucemia o algún tipo de tumor. En 4 manzanas había aproximadamente 70 personas con estas enfermedades.
La vecina del barrio cordobés señala que en el ministerio provincial “cajonearon el informe, lo escondieron, hasta que los mismos vecinos comenzaron a preguntar qué había pasado con lo relevado”. Fue recién cuando se manifestaron desde el barrio y difundieron las condiciones de salud cuando hubo una respuesta: “Allí fue cuando nos llamaron desde el Ministerio y nos dijeron que habíamos tomado agua contaminada y que ellos estaban investigando, que no era cierto que no estaban haciendo nada”, dijo.
- En ese momento, ¿ya sospechaban de que todo era provocado por los agroquímicos?
- Cuando hice el relevamiento puse en el informe a las autoridades que investigaran si lo que nos estaba enfermando eran los transformadores, las fumigaciones o el agua. Puse esas tres cosas porque estábamos a 50 metros de los campos y las avionetas bajaban y nos fumigaban encima.
- ¿Qué sentían en el momento en que se desarrollaban las fumigaciones?
- No sentíamos olores desagradables, directamente cuando fumigaban teníamos que ir al hospital. A los chicos los afectaba mucho. A mi hijo cada vez que pasaban los aviones se le paralizaba el cuerpo, no podía caminar. Tenía que deambular por clínicas para que le hicieran resonancias, para saber por qué no podía caminar. A otra mujer, que tiene la casa próxima al campo, se le iban los ojos para atrás y tenían que ponerle Decadrón, a otros le salía zarpullido. Nosotros teníamos el temor de que les pasara algo a los chicos, porque veíamos que era algo malo lo que provocaba la fumigación. Nos rociaban encima.
- ¿Cuál fue la respuesta que les dieron desde la Provincia?
- El ministro de Salud nos dijo que en realidad todo sucedía porque habíamos estado tomando agua con endosulfán. Por eso nos cortaron el agua y nos dejaron sin el servicio.
Comenzaron a enviarnos agua con camiones, pero no nos alcanzaba, porque no se puede vivir con só lo un balde. Fuimos a hablar con las autoridades relacionadas al servicio, y nos hicieron firmar un acuerdo para darnos agua con la condición de que no fuéramos a juicio. Estaban representantes de Aguas Cordobesas, el Ersep, Ceprocor, varios entes, y tuvimos que firmar porque hacía meses que estábamos sin agua.
Cuatro informes
“Nosotros seguimos insistiendo, porque la gente seguía enfermándose. Queríamos saber qué sucedía”, recuerda Gatica, que señala que desde 2002 a la actualidad se realizaron 4 informes ordenados por el Estado: “El primero fue en 2002, donde la Provincia asegura, a través del Ministerio de Salud, que estamos sanos, que no tenemos nada, que somos como cualquier otro barrio”.
Asegura que ante la insistencia, y una serie de manifestaciones como el corte de rutas y trabas para que no fumigaran, “realizar on un nuevo informe en 2005, por orden de la Municipalidad de Córdoba, donde se aseguraba que el barrio era inhabitable, que no se podía vivir allí”, indica. Explica que esos resultados no agradaron al Municipio y se desautorizó a quien realizó el estudio “diciendo que no era creíble porque no había publicado nada”, comenta.
En 2007, la Municipalidad de Córdoba pidió otro informe, entonces fue a un especialista de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), “donde se indicó que el barrio estaba contaminado, no se dijo que era inhabitable, pero sí que estaba la contaminación”, sostiene Gatica.
- ¿Cómo era la situación de la salud de los vecinos?
- Como seguimos insistiendo, se realizaron análisis de sangre y se detectó que de 30 chicos, 25 tenían entre 3 y 4 agroqu&i acute;micos en la sangre. Allí intervino la presidencia de la Nación, Cristina Fernández firmó un decreto para que se investigara qué sucedía en el barrio y envió a la ministra Graciela Ocaña. En esa investigación, que concluyó hace 6 meses, se observó que el 33% de la población de barrio Ituzaingó muere por tumores. Los estudios estuvieron avalados por análisis de suelo, aire y agua, y en todos se encontraron agroquímicos. En tanto, en el 80% de los chicos se encontraron entre 6 y 7 químicos en sangre.
- Mientras se manifestaban, ¿se seguía fumigando en la zona?
- Sí, nosotros no teníamos contacto con los dueños de los campos. Nosotros nos metíamos en los terrenos para impedir que fumigaran con las máquinas “mosquito”, pero ellos nos decían: “De acá co men, muertos de hambre, de la retención de la soja les pagamos los planes sociales”. Como no dejábamos fumigar por tierra, no les quedó otra que sacar los aviones, y allí fue cuando se cometieron los delitos contemplados en el juicio que se desarrolla actualmente.
- ¿Cómo se llegó al juicio que está pronto a concluir?
- Al tener que fumigar de modo aéreo, los vieron y se hizo la denuncia ante la Justicia. En ese entonces estaba como responsable de Salud del Municipio Medardo Ávila Vázquez, que ahora es querellante en la causa. El fiscal intervino y determinó que se estaba haciendo daño y violaba ordenanzas que prohibían la fumigación aérea y que el barrio estaba en emergencia. Fue por esto que terminaron siendo juzgados dos agricultores y un aplicador.
- Más allá de las presiones del Estado, ¿recibieron amenazas por el reclamo que
efectuaban?
- Siempre hemos tenido complicaciones para llevar a cabo la lucha, a nadie le gusta que se les hagan estos reclamos. A mí se me metieron en la casa con un arma y me dijeron: “Dejate de joder con la soja”. También me han llamado por teléfono y me dijeron: “Tenés tres hijos, pero si seguís vas a tener dos”. La Policía intervino mi teléfono, porque yo ya no podía vivir así, con el temor de que mis hijos no volvieran bien a casa.
- ¿Y durante el juicio?
- No, solamente se aparecieron dos personas en la puerta de mi trabajo a molestar. Lo que sí se dio durante el juicio fue el enfrentamiento entre vecinos, algunos que declararon no haber visto fumigar, que no nos conocían, siendo que vivían al lado de nuestras casas. Hubo vecinos pagos, que declararon no c onocernos, aun cuando había documentación en la que ellos mismos firmaban denuncias por fumigaciones.
Gatica considera que durante estos años de lucha debieron vivir cosas muy
desagradables, pero que los peores momentos los vivieron durante los alegatos de los abogados defensores de los imputados. “Escuchar que se desprestigie a personas como lo hicieron los abogados defensores, es impresionante. Dijeron que Adolfo Pérez Esquivel es un mediocre Nobel de la Paz, apuntaron contra los directivos de la Universidad de Córdoba que apoyaron la causa y de mí hablaron 4 horas, al punto que sentí que era a mí a quien se juzgaba”, dijo.
Sostiene que los vecinos de Ituzaingó recibieron apoyo “de todo el mundo, de los gremios, de universidades, de ONG, vecinos en general, incluso de todo el país, del mismo modo que personas que vinieron de Ecuador, Brasil y Estados Unidos& rdquo;.
Asegura que este acompañamiento a su causa les hace sentir “que uno está haciendo las cosas bien, todos están esperando una resolución porque les está pasando lo mismo; ellos están atentando contra la salud de la gente, están negociando con nosotros, por eso nos apoyan, porque es una luz que se está abriendo”, dijo.
Tal es el apoyo internacional que Gatica y otros de los vecinos fueron convocados para el próximo 28 de agosto a participar del parlamento de la Unión Europea, “porque están peleando por los males transgénicos que traen las multinacionales, todos están tratando de frenar esa contaminación, pero hay negociados muy grandes entre gobiernos y multinacionales sobre nuesta salud”, completó.
- ¿De dónde cree que salieron esas fuerzas para mantener tantos años de lucha?
- Creo que la fuerza vino sola, porque cuando te tocan a un hijo llega el miedo que te toquen a otro. Es algo muy feo, aún no he podido asimilar la muerte de mi hija, y ver que estaba perdiendo a otro se hizo muy difícil. Es ir contra todo, y te amarga tener que salir a luchar cuando hay gente que cobra para hacerlo, los funcionarios que son los que deben intervenir, pero nosotros tuvimos que salir a la lucha por la ausencia del Estado.
- El martes 21 se hará la lectura del fallo de la Justicia por la causa, ¿qué expectativas tienen para ese día?
- Que les den a los imputados mil años de prisión no cambiaría lo que pasó, no repararía el daño que nos han hecho, porque nos han quitado lo que más queremos. Por lo menos, ayudará a mucha gente porque sentará jurisprudencia para tantos otros lugares que están en una situaci&o acute;n similar a la nuestra y están esperando, por lo que quien quiera fumigar en un futuro tendrá que cuidarse.
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